Fora de camp (notas de aproximación)

GERMÀ LLORIS

Afortunadamente el ojo de la cámara ha registrado el cielo nocturno del Coromoto a San Cristóbal de La Laguna. Cae una finísima pizca de lluvia mientras observo el baile vertiginoso de nubes que tengo cerca, sobre mí, casi a la vuelta de la esquina. Por momentos imagino que es mi mano la que se desplaza y ordena la convulsión del nubarrón. Imagino tener delante una pintura gigante donde las manchas de color son impulsadas por esta gran mano ciclópea: nubes que vagan sobre el oscuro impenetrable, sutiles azules ultramar degradados sobre tierras sombra tostada.

Opto por tomar fotografías de lo que, está claro, es una argucia pictórica de la naturaleza.

Pausa. Silencio.

De nuevo en Valencia voy recto a pintar nubarrones y negruras. Hago imprimir las fotografías.

Y una idea: puede que elhombre místico (abstracto) y elhombre político (figurativo) no han de estar separados. No como ha ocurrido durante el XX.

Pienso pues que estoy entre dos «hombres«, dos asuntos en medio de la pintura, en un mismo ‘tempo’. Magistrados y celajes. Y la incertidumbre de cómo va a soportar mi lenguaje pictórico esta intersección.

Calma. Silencio. Respiro. Compás de espera.

Taxi-Driver de Martin Scorsese plantea el seguiente fuera de campo: Robert de Niro al teléfono habla con Cybill Shepher. La cámara, inesperadamente, comienza a moverse y poco a poco perdemos el encuadro con De Niro. La cámara ha tomado vida, va por libre y se desvía, mira otro sitio. Pero la conversación entre los protagonistas, sin embargo, sigue en ‘off‘.

Este asunto técnico habitual del cine me inspira y aguijonea. Me ayuda a encarar las pinturas por lo general. Veo una conclusión y respuesta artística.

Primer fuera de campo. Estoy en el Coromoto pero en el pensamiento llevo, como un fardo, las pinturas dejadas en Valencia. Y las de Valencia son muy distintas: pinturas de guerrillas de antidisturbios gris-negro, un alud amarillento de rostros hacinados, manifestantes y policías. Con este lastre miro ahora y aquí las nubes, esas nubes que no dejan de golpearme por su movimiento.

Segundo fuera de campo. Ahora, entre técnicas. Una vez impresas las fotografías, necesito mi respuesta en la pintura. Con la reproducción fotográfica no tengo en modo alguno la exasperación húmeda dejada caer sobre la tela, cuando pinte.

Tercer fuera de campo. Éste funciona por capilaridad. Sudor y sensualidad. Confluencia de los mundos interior-exterior. Como las sensaciones y los gestos rezuman y se decantan siempre en la acción pictórica, ésta se encuentra de lleno, como ha dicho alguien, en la «lógica de los sentidos«. Esto será lo que hace posible el éxito, verídico, de la pintura.

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